25 de noviembre de 2008

El Rayo

(Este relato no está incluido en el libro "Cardito de Puchero")





Llueve y Jessica está llorando. O Jessica llora y está lloviendo. No tuvo tiempo - ni intención- de coger un impermeable. En el suelo pensó: “Me voy”, y esta vez lo hizo. Se levantó, dio una bofetada a su corazón y un portazo al que había sido su hogar y se fue. Sola.

Llueve a mares y Jessica, sin paraguas ni impermeable, se abraza y camina con rapidez, casi corre, ocupando el centro de la calle y de su vida ; no le importa que el temporal que arrecia mezcle lágrimas y sangre: sus últimas lágrimas , su última y definitiva sangre. Por fin se ha ido y eso, - piensa entre temerosa, confiada y orgullosa- a veces, basta.
Un par de calles más allá un grupo de chicos y chicas, refugiados de la lluvia en el alero de una cafetería cercana, la ve pasar, la sisea y la invita entre risas mientras se resisten a que unas gotas acaben con su botellón semanal. Jessica recuerda que apenas tres o cuatro años atrás, ella andaba inconsciente en esas movidas sin sospechar ese destino del que hoy se fugaba.
Cae un descomunal rayo solitario y su relámpago formidable ilumina la calle y espolea el pensamiento de Jessica: “Debe haber por lo menos una posibilidad entre mil millones de que un rayo fulmine a una persona”.

Y su cara, aún dolorida, reprime una sonrisa mientras mira hacia atrás como buscando la sombra de su verdugo. Unos segundos más tarde, el padre de todos los truenos desaloja de sus oídos los últimos, esta vez sí, los últimos insultos y, de paso, rompe la madrugada desatando una estúpida orquesta de alarmas.


El taxi apareció más tarde cuando ya se había apagado el estruendo de truenos y alarmas y se detuvo junto a ella. Jessica chorreaba tanta agua como cualquiera de los viejos árboles de la avenida desierta por la que bajaba.

- ¿La llevo a alguna parte?
- No tengo dinero… – dijo y pensó “…ni dónde ir” mientras bajaba la cabeza para acercarla a la ventanilla que se abría cachazuda.
- ¡Suba de todos modos!
- Gracias pero no sé… - farfulló Jessica mientras, a caballo entre la calle y el umbral del coche, se sacudía inútilmente el agua de los cabellos y la ropa.
- Tome – le alcanzó una toalla que olía confortablemente a lavanda y la acabó de convencer -. Son muchos años de taxi y mi mujer ya me prepara un neceser para estos días.
- ...
- Menuda suerte la nuestra: usted no tiene dinero y yo no encuentro a mi cliente. Me llamaron por la emisora para que recogiera un servicio en la marquesina de dos calles más atrás pero cuando llegué la acababa de fulminar un rayo, como lo oye. No quiero temer por usted cuando vea caer otro fusilazo como el de antes.

El número 67 de la licencia llamó su atención. Como si el relámpago aún rebotara dentro de su cabeza iluminando su memoria, recordó la única dirección que tenía de su amiga Milagros.

- Puede llevarme a la calle de la Esperanza, 67, si no le importa.
- ¿La Calle Esperanza?¡Eso pilla cerca de mi casa, vamos para allá! ¿Vives..., vive usted por aquí?
- No, no; ya no, se lo aseguro… A veces basta... - y se detuvo avergonzada.


Manolo se había quedado adormilado oyendo la nana del repiqueteo del agua en los cristales del coche. Una vez pasadas las primeras horas de la noche, las madrugadas de lluvia eran ruinosas para el taxi. Esa misma mañana había vuelto a ver a aquel grupo bajo los paraguas en la Plaza del Polvorista, a las doce, como cada viernes ultimo de mes con sus lacitos y su pancarta y pensó en unirse a ellos, pero no lo hizo. Quizás por ello no conseguía apartar el rostro de su hija de sus pensamientos. No le había gustado nada aquel silencio tan inusual en ella durante la comida familiar del domingo. Tenía algo más que hinchazón en los ojos y no sostuvo su mirada ni una sola vez, ni quiso quedarse a solas en la cocina chachareando con él y con su madre como tantos otros fines de semanas. “A veces basta una palabra...” – recordó arrepentido- “... para hacerla desbordarse”. Una sola palabra, a veces basta. Manolo no se había atrevido a pronunciarla. Mientras tanto, el muy cabrón de su marido estuvo toda la tarde con los cuñados bebiéndose su mejor güisqui y hablando de fútbol.
Se rebulló en el asiento. Sólo la intermitente chicharra de la emisora lo sacaba de vez en cuando de su negro desasosiego:

- ¿Coche para Plaza de la Noria ? ¿Algún coche para la Plaza de la Noria?
- 67 en Virgen del Carmen, emisora, ¿cual es la dirección?- respondió Manolo desperezándose.
- Plaza de la Noria. Marquesina de la línea C-2 junto a La Perla. Entre por la calle Tórtola o por Constitución: la Avenida del Ejercito está cortada por inundación.
- Oído, emisora, voy para allá.
- Gracias, 67.

Arrancó calculando la ruta alternativa. Fuera redoblaba la tormenta y el limpiaparabrisas apenas daba abasto para proporcionarle mínimos huecos de visibilidad. Aún faltaban un par de calles para su destino cuando vio desplomarse el descomunal rayo hasta el suelo. Asustado, detuvo el coche a la derecha, junto a un grupo de juerguistas adolescentes al que el sobrecogedor campeón de los relámpagos parecía haber quitado las ganas de marcha y se disolvía entre distintas direcciones. Mientras, sonaba la gran traca retrasada y, como si de un eco urbano se tratara, las alarmas de todos los comercios de la cercana plaza cacareaban intempestivas. “¿Qué probabilidad habrá de que un rayo fulmine a una persona?” se preguntó. Tras unos segundos en los que pareció aplacarse un poco la furia de los elementos volvió a poner el coche en marcha sonriendo ante la perspectiva de un yerno a la barbacoa.
Cuando llegó junto a la marquesina chamuscada aún humeaban los afiches publicitarios calcinados y presos entre los cristales. Su aspecto ennegrecido indicaba a las claras cuál había sido la otra punta, el destino de la brutal flecha eléctrica que había visto caer unos minutos atrás. La lluvia había apagado el fuego antes de que se corriera a la furgoneta cercana. Se acercó a la parada pero le cortó el paso una zanja llena de agua y basuras y decidió volver a esperar al coche. Tocó el claxon un par de veces y llamó de nuevo a la emisora. Nada. “¡Me voy a casa!”, se dijo. “Igual Lucía ha llamado a su madre esta noche”. A lo lejos, entre la cascada de agua, vio una figura de chica joven. Era menudita y tenía el pelo largo, como su hija Lucía.

Abrió el frigorífico sin prisas y sacó una lata de cerveza. Aún le dolía la mano de la última bofetada, la que la tiró al suelo, y estaba seguro que allí seguiría, llorando y pidiendo perdón, cuando él volviera: ¡Había pasado tantas veces! Ella terminaría entendiendo… y obedeciendo.

Por eso, quizás, cuando el portazo hizo temblar la casa tardó en reaccionar y en pensar en salir en su busca. Iría a por ella y la traería de vuelta aunque fuera por los pelos. Pero estaba lloviendo y recordó que tenía el coche en el taller - ¡La muy lerda me lo ha estropeado; si es que no sabe…!” –. La rabia le nublaba los razonamientos claros y hasta pasados unos minutos no acertó a sacar el teléfono móvil y marcar:

- ¿Puerto Taxi? Envíeme un coche a la marquesina del C-2 en la Plaza de La Noria, junto a “La Perla”. Lo más deprisa que pueda.
- Un momento, por favor, no se retire

Mientras el operador de la emisora lanzaba su reclamo por las ondas salió de la casa, bajó las escaleras, atravesó a oscuras el portal del bloque y salvó corriendo la distancia que separaba el portal de la parada de autobús, con el móvil pegado a la oreja y resbalando a cada poco en la acera.

- ¿Oiga, Noria? - recibió poco después la respuesta- Va para allá el 67.

Jadeando y aterido, se dejó caer contra el poste metálico que mostraba los itinerarios. Estaba empapado, enfadado y… con chinelas de cuero. “¡Que me parta un rayo si no le rompo la…” pensaba enfurecido mirándose los pies mojados. En ese mismo instante, arriba, muy arriba, el bisturí de una centella justiciera que buscaba el camino de la tierra rasgó el lienzo negro del cielo. Apenas un segundo después, Iván sintió como la descarga eléctrica le reventaba los ojos y el corazón. Ya era difunto cuando rodó por la zanja aneja y se hundió en su agua cenagosa, bajo un nenufario de bolsas y restos de basura. El trueno más feroz de la noche se superpuso al rumor con el que el cenagal se tragó su cadáver. Sólo las babuchas volvieron, segundos después, a la superficie y quedaron flotando bocabajo como parte del collage de la inmundicia entre mondas de naranja y cartones de leche. En los alrededores no se encendió ninguna luz, ni paró ningún coche. Siguió lloviendo y tronando como si nadie – o todo el mundo - supiera que, en realidad, la posibilidad de que un rayo fulmine a una persona solamente es de una entre tres millones. Pero, a veces, basta.

4 de septiembre de 2008

Quienes lo han leido probado dicen : (II)

Lee la sinopsis y el comentario que Fernando Cordero y Loli Pareja, del SEP Juan XXIII de Sevilla, me han enviado:




CARDITO DE PUCHERO
Historias de la educación de adultos
Juan Luis Rincón Ares.

El autor es un maestro de esta modalidad formativa con experiencia desde hace ya más de 25 años en ella en El Puerto de Santa María (Cádiz) y que ahora ha puesto por escrito sus experiencias y por extensión las de muchos compañeros jugándose sus cuartos pero diciendo lo que quiere decir.
En un principio vamos a resumir el libro por sus capítulos y luego comentaremos la impresión general.


* Resumen por capítulo del libro o sorbito a sorbito:

1. Campaña sobre campaña: Para empezar, Juan explica cómo empezamos los cursos en EPA, con las campañas de captación para buscar alumnado y convencer a la población de que asistiese a una modalidad educativa no obligatoria y cómo nos mezclábamos con los medios de la sociedad donde nos movíamos.
2. Cantarería, 23 : La búsqueda de locales para la tarea de EPA, una tarea socioeducativa que no sólo se desarrollaba en los colegios ni por los maestros.
3. El regalo del maestro: Cuenta la intimidad de los grupos. Cómo se fragua la organización o no de la compra del regalo al maestro. Regalo que no queremos o que no creemos necesario pero que para las personas de los grupos se hace imprescindible.
4. Gracias por hoy: Capítulo corto que cuenta la experiencia con una inmigrante que nos recuerda que la educación es un acto de amor por encima de burocracias, organización, títulos,…
5. Mercedes: Capítulo con nombre de mujer donde explica la experiencia de ella con sus anécdotas y “cosas”. Lo resaltable es que las cosas que se reflejan pueden ser de cualquier mujer de cualquier centro de Andalucía.
6. Os veo llegar: Capítulo dedicado a los inmigrantes en los centros y que suscribiría cualquier maestro o maestra de los que nos dedicamos a ellos.
7. Rosa, la pistola: Otro capítulo con nombre de mujer de cualquier centro de Andalucía.
8. Si tú no tienes felicidad: Alfabetización e inteligencia; titulación y cultura, teoría y realidad, incultura, economía y conceptos teóricos desbancados desde la realidad y las relaciones personales que se establecen y descubren en los centros.
9. Los profesores somos de Marte y nuestras añlumnas de Venus, por lo menos :

Distintas formas de ver la realidad. Hombres, mujeres, maestros, alumnas, teóricos y prácticos, estudiosos y actuantes. Enfrenta la realidad de las mujeres alfabetizandos con la teoría pedagógica de la Universidad. La forma amorosa de vernos las alumnas con las exigencias de progreso escolar cuando no de titulación académica.
10. Versos pupítricos: Aciertos y errores de los maestros de EPA y las cosas que nos pasan por dentro, en lo emocional, con las personas del centro, porque somos humanos. La paciencia que nos otorgan y la ira que se nos desata en muchas ocasiones.
11. Ars orandi: El diálogo en la realidad de la EPA. La horizontalidad de la relación que se establece entre educadores y educandos y la asunción de los roles y como siempre todo ello extraído de las anécdotas que le pasó al autor y que pasa en la mayoría de los centros de EPA.

El autor extrae teoría pedagógica, didáctica, psicológica, psicopedagógica, de orientación escolar,…, de las anécdotas que le han pasado. ¿O es al revés? Enfrenta las anécdotas diarias de su clase de EPA con la teoría pedagógica que durante años nos han enseñado.
Porque luego quien nos enseña de verdad son los fracasos, los errores, el amor de las personas por sus maestros y la reflexión pausada de esos errores de aplicación, de teorización o eso de tomar distancia, objetivar las cosas, como decía Freire y luego aplicar las modificaciones o mejoras que se adapten mejor a las personas.
Juan ha escrito el libro que muchos maestros de EPA hemos dicho que teníamos que escribir. Aquí recoge las anécdotas que hemos comentado tantas veces y que con el tiempo se van olvidando y como mucho dan para comentarlas con las compañeras y decir: “de esto se puede escribir un libro” o “como nos lo pasaríamos si escribiéramos un libro con estas cosas”.
El autor habla de Rosa, Mercedes,….; como cualquier maestro de EPA podríamos poner otros nombres, los sentimientos fueron los mismos, las vivencias parecidas y las conclusiones similares.
Pero, y siempre tiene que haber un pero, el autor relaciona esas vivencias, personas y sentimientos, con los grandes temas de la EPA: el diálogo, la inteligencia, el aprendizaje cooperativo-directivo,…
Esos grandes temas de formación que tanto y tanto juego teórico han dado y dan y lo mira, analiza y concluye desde la práctica, la realidad, la clase, las personas, el pueblo, la cotidianeidad y extrae conclusiones que dejan de ser teóricas desde el mismo momento que las hace desde esta posición.
Es un libro del pasado, de la experiencia de adultos en El Puerto de Santa María (Cádiz) y por extensión en todos los lugares donde ha habido educación de personas adultas desde esta posición, pero es un libro hecho desde el presente como quien saca de los más profundo de la despensa del recuerdo todo lo que tiene para poder seguir alimentándose y seguir viviendo, actuando y sintiendo en la actualidad.
Y todo ello escrito y aderezado con el más sutil y ameno lenguaje literario, salpicado de preciosas metáforas y condimentado con los profundos sentimientos del autor hacia la educación de personas adultas, haciendo de su lectura la más exquisita ensalada de palabras.

Maria Dolores Pareja Tagua
Fernando Cordero Muñoz

3 de junio de 2008

Quienes lo han probado dicen de él




Cardito de Puchero constituye una historia de dignidad y superación personal, un cuarto de siglo de educación en do mayor. Juan Rincón Ares, (…) relata con inusual ternura y sencillez las vicisitudes de la educación de adultos y, por tanto, de la evolución social de esta tierra. (Enrique Alcina en Diario de Cadíz)
Sin duda alguna, es un libro necesario para conocer de verdad esta experiencia educativa única en la historia de la educación en Andalucía, en él reflejas planteamientos educativos, pedagógicos, didácticos y, a la vez, vitales, ideológicos, sociales, antropológicos, intentando poner en marcha, y consiguiéndolo en muchos centros, no sin superar enormes dificultades, el paradigma pedagógico de educación liberadora propugnado por nuestro “padre” Paulo Freire, santo y seña del modelo de alfabetización andaluz, y del cual, de su puesta en marcha y su generalización, también me honro enormemente de haber podido participar activamente, por lo que me considero un privilegiado profesional de la educación. ( Paco Poveda. Inspector de Educación)

¡Qué maravilla, Juan! Esto deberían dárselo a los profesores nuevos. Es de libro de texto. ( Maria Luisa Miras. Web El Diálogo. Almería)

Juan, has escrito palabras, yo he leído imágenes, he visto vuestras caras, he reído y también he llorado. El secreto escondido de las mujeres: nuestras madres, abuelas ...está a salvo contigo. (Virtudes Lopez. Directora del Certamen de Relatos de la Asociación "Cerdá y Rico". Jaén)

La primera impresión leyendo los primeros capítulos, me parecía un libro fundamentalmente dirigido al mundo de la enseñanza y la educación. Continuando con la lectura, la ternura se hace dueña y señora de todas las páginas, aunque inicialmente sorprenda la parte autobiográfica, me parece que ayudan a comprender mejor las relaciones entre profesor y alumno, sobre todo cuando la lectora (es decir yo) no tiene ningún tipo de relación con el mundo de la enseñanza y menos con la Educación de Adultos

Por último, sinceramente, un relato encantador, tierno y delicado, muy lindo y muy intenso en su parte sentimental, tanto que incluso me ha hecho llorar al final (no se lo digas a nadie, vale?) (Edurne C., Guipuzkoa)

Es un libro cuajado de la ingenuidad y la picaresca andaluza, características ambas, que hermanadas, pueblan las páginas, repleto de matices significativos, de pequeños profundos, y en el que sus letras y palabras, desprenden continuamente, un deje querencioso y un olor a confraternización y a tierra nuestra. (Enrique B. , Fuenlabrada)


En tu libro está la esencia del trabajo, los prototipos de nuestras alumnas, las lágrimas insostenidas, las caricias, las horas de lucha profesional, los comecocos ideológicos, las dudas, muchas dudas, las convivencias pacíficas, las radicales, las furias juveniles, el reposo manso del guerrero a los cincuenta y .... (Ana Durán. Sevilla)

Me leí el libro de una sentada y lo disfruté mucho. (Mar San Narciso)

Juan tiene la habilidad, con sus palabras, a transportarnos a todos a nuestras propias vivencias. Ese incensante divagar por nuestras propias necesidades para hacerles la vida un poco más cómoda a nuestr@s alumn@s. ....lo veo luminoso, porque es la vida misma y me niego a pensar que esa vida mía, esa vida de todos ha sido cutre, ha sido luminosa porque en ella hemos puesto todos nuestra ilusiones por crear algo fabuloso, porque el enriquecimiento personal es bueno y porque hemos formado parte de una historia de vivencias profundas.

Gracias Juan por hacer público todas nuestras experiencias a través de este libro. (Aurora Ponferrada, San Roque)

Sólo quería agradecerte tus recuerdos ya que con ellos has hecho más vivos los míos. (Anabel, nieta de Rosa, la pistola)

Un tratado de humanidad y pedagogía. (Antonio Muñoz Cuenca en Tele Puerto)


Has pintado una época y has recogido perfectamente esa música de fondo que pienso resuena en la memoria de tod@s. Un abrazo. ( Rafael Navarro. Huelva.)

…qué más se le puede añadir a un puchero dónde cargado de verdad, no cabe más que soñar...revivir...pensar... (Mía de la sota. Peñíscola)

Con "Cardito de Puchero" se recupera la memoria colectiva de un grupo de maestros y maestras que imaginábamos cambiar el mundo... sólo un poquito. (Rita Olmos. La Línea)

De ese "Cardito de Puchero" no me cansaría yo de tomar nunca. Según la parte que leas, le sacas sabor a vergüenza ajena, a amor, a penas, a alegrías, a risas (Maria Jesús Moragues. Alumna. El Puerto de Santa María)

…el aroma entrañable de la hierbabuena buena del cariño, con la cuchara mojada de tantas ilusiones, tantas vivencias , tantos avatares, tantos y tantos años.... (Soledad Gomez. San Fernando)

¿Sabes?, en aquel trazo que marcabas con el dedo no había un cero, ni siquiera un deo. Sigue habiendo un "circulo de tiza" que aún no hemos conseguido romper.Romper el círculo, desterrar la tiza y poder ver los "deos". (Ricardo. Jimena de la Frontera)

Qué fantástica historia, Juan, inolvidable. Seguro. El final participativo en el teatro me recuerda a las historias que he leído de las representaciones de títeres en los pueblos sicilianos: es ancestral, y es lo mejor: sobrepasar los limites que separan realidad y teatro. ¡Bien por Mercedes y su A! (Luisa Miñana . Escritora)

Me lo he pasado bomba leyendo …. eran las dos de la mañana, y yo sola (ya se habían acostado todos),no paraba de reírme, porque me recordaba a mis alumnas, a tantos días parecidos que hemos pasado con ellas ( desde La Jara. Purchena)

A mi me ha tocado la "mala" suerte de casarme con una maestra. La "malísima"suerte de que sus alumnas sean "mayores" y el colmo de la "requetísima" mala suerte es que alguno de sus compañeros cuente sus vivencias en libros. Así que, por favor, no te molestes en volver a sacar nada en papel y mucho menos esas insignificancias de la inteligencia de las personas, de la capacidadde amar, de enseñar palabras como LIBERTAD o IGUALDAD, de la incapacidad de los "indocentes" para sentir y hacer sentir.¿Para qué necesitamos saber que hay personas capaces de abrazar a la protagonista de una obra teatral sin importarle nada superfluo sino sólo la compasión y el evitar el dolor? ¡Que tontería eso de la comunicación y el diálogo [¿para qué? si ya tenemos la TV]! ¡A ver cuándo se escriben cosas de llenar (plenamente) el alma y conmoverse! ¡Yo no necesito enterarme que hay genios que hablan de acentos en los números! ¡Yo no quiero saber que algunas"sabias" hablan de Mozambrice para no hacer cuentas! ¡Tiene castaña tener que leer que un maestro es un SANTO por tener paciencia! Yo no puedo aguantar más esta mala suerte y he decidio "separarme" de este mundo vacío, insolidario, desalmado y necio que es el MUNDO DE LOS ADULTOS. Pero lo he decidio tarde y ya estoy contagiado. Ya me tengo que aguantar y llevar la desgracia de estar ENAMORADO de todo lo que hacéis. Siempre por siempre.

El contagiado sin remedio.

PD: Deseo con tada mi alma que Jacinto te salude. (Juan. Sevilla)









6 de abril de 2008


Amigos y Amigas de la Educación de Adultos:
Hace un año que os presenté mi proyecto de libro "Cardito de Puchero" y desde entonces he estado dandoos la lata con las novedades del blog donde estaba alojado. Hoy , por fin, me complazco en anunciaros que "Cardito de Puchero" es una realidad de papel y tinta.
El próximo dia 21 de Abril de 2008 a las 21'00 horas lo presentaré en la Bodeguita de las Siete Esquinas de El Puerto de Santa Maria. Ni que decir tiene que me gustaria compartir con vosotros y vosotros este momento tan especial.
A partir de entonces estará a la venta en las librerias de El Puerto al precio de 9 euros. Tambien me lo podeis pedir a este correo jrinconares@ono.com o a esta otra puertoboletin@yahoo.es y os los enviaremos contrarembolso o de la forma que indiqueis.
Sinceramente creo que es un buen libro para leer y regalar en nuestros centros tanto con l@s profesor@s como con l@s alumn@s. Recoge retazos de esta historia azarosa nuestra cuando se cumplen 25 años de travesía y hay todavía tanto en juego. Si alguien quiere consultar su contenido antes de comprarlo os recuerdo que está publicado integro en mi blog.
Además me ofrezco a ir a los Centros de Educacion Permanente de Personas Adultas que así lo quieran - si la distancia, el tiempo y los medios lo permiten - para presentar y comentar la obra in situ.