25 de abril de 2019

"Cardito de Puchero III. La Pringá"

Sugerencia de menú, a modo de prólogo. 

En un libro tan densamente cocinado como este, pocas cosas nuevas se me ocurren para el prólogo. Sólo os presentaré este menú y justificaré su estructura. Lo demás está derramado por sus páginas.
Hace algunos cursos, presentando “Cardit@ de Pucher@. Cuando cambiamos el punto y la coma por el punto.com.” ante el alumnado del SEP “Almijar” de Trebujena, mi querido Frasquito me retaba a coronar esta saga: “No puede haber un buen puchero sin una buena pringá, Juan”. Como leeréis más adelante, ese fue el punto de partida que puso al fuego esta tercera y definitiva entrega.
Un buen puchero, amigas y amigos, además del cardito da siempre para una buena pringa y de ella, si sobra material, se elaboran unas croquetas sabrosas y diversas y, si los ingredientes han sido cuantiosos y de calidad, como es el caso, aún queda material para refreír con cebolla los restos y añadirle tomate y los garbanzos y un chorreón de vino para elaborar la ropavieja de Cádiz o de La Mancha o de las Islas Canarias según usemos, rehusemos o abusemos de unos ingredientes u otros. Ese es el menú de hoy.
Y esa es la estructura de este libro que tenéis en las manos:
Os ofrezco una pringá apetitosa y unas ultimas tacitas de cardito en forma de historias “arrelatadas”, con forma de relato, diversas, sobre alumnas que sienten tan suyo el colegio que… y sobre maestras y maestros que llegan novatos y otros que envejecen y se jubilan acompañándose o sobre esas jovencitas que llegan a nuestros centros con sus vicios antiguos y sus modernas maneras; os cuento como hicimos y hacemos otra manera de Educación Permanente relacionada con el desarrollo comunitario ahora o antes, en El Poblao o con La Muralla y sobre cómo la lucha de todos, profesorado y alumnado, marcó la educación de adultos para todo su desarrollo o…
Luego pongo sobre la mesa un primer plato de croquetas literarias propias sobre personajes y cosas –mi guitarra, un armario, una vaquilla, unas oposiciones, una madre despistada, unas reglas de madera, etc…- que me ocurrieron durante estos años mágicos. Con tanta variedad que habrá a quién le gusten una y quien le agraden otras. En otro plato os presentaré las propuestas de las deliciosas y personalísimas croquetas de mis amigas y amigos.
La ropavieja final que traigo es una retahíla de reflexiones y recuerdos que a veces se desordenan o se repiten porque nada en esta aventura ha sido lineal ni único. Como en la ropavieja aprovecho trozos de otros relatos y cuentos para sacar lo más sabroso de mis recuerdos.
Todo lo demás queda dicho en algún rincón de este libro. Gracias por acompañarme en estos años y en estos guisos y… ¡buen provecho!

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